Hace apenas unos días alguien me describía la sensación angustiosa de dificultad para respirar como un humo negro en el pecho. Hace unos pocos años alguien cercano me describía la confusión progresiva que la pérdida de memoria le producía como una niebla en la frente. Se podría pensar que ni el humo es humo, ni la niebla es realmente niebla. Sin embargo cuanto más pienso en ello, más cercano me siento si la garganta se me llena de humo, necesariamente negro, o si una niebla, que te impide ver sin que puedas verla, húmeda, también fría como sólo son las nieblas, me ofuscase el entendimiento. Andaba pensando en estas cosas cuando leía la novela “Dora Bruder”. Quienes la conozcan recordarán que nace de un anuncio que su autor, Patrick Modiano, encuentra en un periódico parisino de los años 40 en el que unos padres piden información a los potenciales lectores sobre su hija desaparecida. A partir de ahí Modiano escribe un documento terrible sobre el París de la ocupación, sobre las desapariciones, el pasado y su peso en el presente, o su hueco o su vacío. Coincidencia o no, acababa de estar en París unas semanas antes, deslumbrado por sus jardines, sus museos, por el Sena, en fin por todo lo que nos hace pensar que una ciudad lo es. Casi un ideal. Todo tiene su reverso o su humo o su niebla.
marcoshuerta47
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